..cuando la solidez, apertura y elegancia del movimiento es más que una simple diferencia..

domingo, agosto 27, 2006

Habitando una forma en movimiento:
Atravesar el océano de la vida como un barco duradero..

Había una vez un monje llamado Yao Shan que había sido enseñado por el Maestro Chan Ma Tsu durante tres años. Un día, el Maestro lo probó preguntando:
- ¿Qué has obtenido recientemente a través de la mente?
- Oh, Maestro -respondió Yao Shan-, no hice todo lo que pude para comprender que sólo existía la Verdad.
- Veo que ya no necesitas estudiar más. Tu mente se ha unificado con el entorno externo. Desde ahora, puedes ir a la montaña para convertirte en Maestro de un templo -dijo el Maestro.
- ¡Oh Maestro! -protestó Yao Shan -,soy un monje ordinario, ¡no me atrevo!
- Escucha -dijo Ma Tsu -, no hay movimiento sin inmovilidad para siempre; no existe la inmovilidad eterna sin movimiento. Si luchas para obtener la ventaja, debes de ser guiado por la desventaja; al actuar, debes aceptar la inacción. Sé como un barco grande y duradero que va de una a otra orilla llevando gente y que nunca alcanza un puerto permanente.

Comentario: El movimiento sin inmovilidad significa la vanidad de las vanidades, la existencia sin ver la verdadera naturaleza del ser.
La inmovilidad sin movimiento es el aburrimiento que se encuentra en la vida humana cuando las capacidades de la naturaleza original no están totalmente empleadas.
Estas dos clases de vidas por separado no son aceptables para los practicantes del Chan. Esta es la razón por la que el Maestro Ma Tsu animaba a Yao Shan a buscar la ventaja allí donde se encuentra la desventaja, y a actuar a través de la no acción. Hizo que el monje comprendiese la importancia de la inmovilidad al alcanzar la esencia del movimiento. Comprendiendo la esencia del movimiento, podía alcanzar el reino de la inmovilidad. Estas dos realidades están unidas en una sola..

('100 Koans del Budismo Chan',
A. Holstein, Ed. EDAF, 4° Edición, marzo 2005)

Budismo Chan: La transmisión de la túnica y del cuenco del patriarca..

En cierta ocasión, durante una asamblea, el vigésimo octavo patriarca, Bodhidharma, estaba verificando si sus discípulos habían alcanzado o no la realización.
Un discípulo llamado Tao Fu dijo: -En mi opinión, no necesitamos depender de las Escrituras budistas. Hemos de utilizarlas como orientación para entrar en el camino del Buda.
Tras oír esto, Bodhidharma comentó: -Me has enternecido la piel.
Había una monja que entonces dijo: -En lo que a mí respecta, deseo llegar de una vez por todas a la Tierra Pura de Buda Amitaba.
-Me has conmovido la carne -dijo el patriarca.
El siguiente fue Tao Wu, que declaró: -De hecho, los cuatro elementos esenciales -tierra, agua, fuego y viento- no son nada, porque la verdadera naturaleza de todos los dharmas está vacía. También son irreales los cinco elementos de la naturaleza que están condicionados por la causalidad: forma, sentimiento, perfección, volición y conciencia. Hasta donde puedo percibir, no hay en absoluto ni principio ni doctrina.

-Me has estremecido los huesos -dijo el patriarca.
El último fue Hui Ke. Se adelantó y se arrodilló ante el patriarca, permaneciendo inmóvil hasta que Bodhidharma dijo: -Me has llegado a la médula. Y diciendo esto, entregó su túnica y su cuenco a Hui Ke.

Comentario: Según la leyenda, un día, cuando el Buda estaba enseñando en la Cima del Buitre, ascendió a su trono, tomó la flor y la enseñó a los que le escuchaban. Nadie entendió el significado de este gesto, excepto Mahakasyapa, que respondió sonriendo.
Entonces habló el Buda: -Yo poseo el Ojo del Dharma de la doctrina correcta y la mente maravillosa del Nirvana; la Verdadera Forma es realmente el Vacío y la puerta sutil del Dharma. Todo esto se lo he transmitido a Mahakasyapa.
Se cree que éste fue el comienzo de la tradición Chan..


('100 Koans del Budismo Chan',
Alexander Holstein, Ed. EDAF, 4° Edición, marzo 2005)

sábado, agosto 12, 2006

Una historia sobre la verdad..

Cuentan que un rey, obsesionado por los conceptos de verdad absoluta, verdad relativa y mentira, ordenó que todo aquel que en su reino no dijera absolutamente la verdad, fuera ahorcado.
Ese mismo día un santo con fama de loco se presentó ante el rey y dijo:
-Majestad, según tu decreto, hoy me ahorcarás- y riéndose a carcajadas se marchó.
El rey quedó completamente confundido. Si lo ahorcaba, estaría ejecutando a alguien que habría dicho la verdad. Si no lo ahorcaba, dejaría escapar a un mentiroso.
Inmediatamente dio orden de derogar el decreto..

('Los 120 mejores cuentos de las tradiciones espirituales de Oriente'
R. Calle y S. Vásquez, Ed. EDAF, 6°Edición, mayo 2005)